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REBECA MARTÍNEZ FERNÁNDEZ LSW, LPC

Certificado en efectos psicosociales de la infertilidad

Certificado en Intervenciones terapéuticas para la infertilidad y la 

pérdida. (ASRM)

"Dios tiene un plan y un propósito único para cada uno de sus hijos. Depende de nosotros encontrarlo y seguirlo. Yo descubrí el mío en el servicio, la ayuda al prójimo y luego de una gran batalla".
                                                                                                                                   -Rebeca Martínez
HISTORIA

El 15 de marzo de 1980 llegué a la vida de mis padres como su primera hija. Una niña prematura que desde que abrió sus ojos enfrentaría un mundo lleno de grandes retos. Mis batallas iniciales incluyeron los problemas típicos de un bebé que llega antes de tiempo, la separación y divorcio de mis padres cuando tenía cinco años y una adolescencia marcada por unos dolores de menstruación que cuando llegaban tenían la fuerza de incapacitarme.

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Crecí en la iglesia. Allí me enseñaron los valores fundamentales de la fe cristiana y me dieron la oportunidad, a los 18 años, de comenzar a trabajar con jóvenes. Entonces descubrí mi propósito de vida: servir y ayudar a mejorar la calidad de vida de mi prójimo.

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Estudié Trabajo Social con la idea de trabajar directamente con las necesidades de las personas. Sin embargo, sentía que me faltaba algo más, necesitaba mayores herramientas para cumplir con mi propósito de vida. Así fue que decidí hacer una maestría en Consejería Psicológica y a la vez tomar diversos talleres sobre sexualidad, manejo de crisis, tanatología, entre otros temas. 

MI MAYOR BATALLA

A los 19 años me casé con un joven de la iglesia con quien me tocó dar los primeros pasos de mi mayor batalla. Fue a los 22 años cuando inició mi lucha con la infertilidad. Intentamos procrear una familia por espacio de dos años sin éxito alguno. Decidimos ir al médico y pronto comenzaron a llegar las malas noticias. Resultados con anomalías en la prolactina y la progesterona no me permitían ovular. Entonces comenzaron los tratamientos costosos y la depresión ante la falta de buenos resultados. Las esperanzas empezaron a faltar.  Al cabo de un año me cansé de los efectos secundarios de tantos medicamentos y los dejé. Ya para eso entonces vivía sintiéndome incompleta, incapaz de alcanzar lo que la mayoría de las mujeres de mi edad ansían: tener su propio hijo.

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Luego de muchos años de ansiedad, llanto, tristeza y frustración, decidí buscar el propósito que Dios tenía definido para mí cuando me eligió para esta batalla. Así llegó la idea del libro Anclada a tu verdad. Un relato muy personal y con experiencias similares a las que viví enfrentándome a la infertilidad con el fin de ayudar a mujeres que se sienten sin esperanzas porque no tienen hijos o los han perdido. Me mueve el dejarles saber que no están solas, que hay alguien que las entiende y que hay alguien dispuesta a ayudarlas a encontrar un propósito en la vida más allá de ser madres. 

MI VIDA HOY

Hasta marzo de 2017 trabajé para una organización sin fines de lucro que labora con niños desde los seis años, jóvenes y personas adultas. Los ayudamos a manejar sus emociones y promovemos en ellos el liderazgo a través de experiencias didácticas y de juego. Trabajamos también con familias para ayudarles en la autogestión y con adultos a quienes les inculcamos destrezas que le permitan insertarse en el mundo laboral. Además, somos parte de un proyecto piloto que ayuda a las comunidades desventajadas a romper los ciclos generacionales de la pobreza a través del desarrollo de herramientas de comunicación, destrezas básicas para emplearse y empoderamiento social.

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Mi primera experiencia matrimonial culminó en un divorcio. Varios años después, aunque estaba completamente cerrada a la posibilidad de una relación nueva, conocí a mi actual esposo. Nos hicimos amigos y poco a poco fue ganándose mi corazón. Dos años más tarde de haber iniciado nuestra amistad, finalmente dije el tan esperado SÍ. Nos casamos el 17 de noviembre de 2012. Desde entonces hemos sido un extraordinario equipo. Rey es mi mejor amigo, mi confidente, mi apoyo en las tormentas, mi fanático número uno, en fin: mi todo.

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Recientemente, me diagnosticaron adenomiosis, un tipo de endometriosis que es inoperable y solo se puede eliminar con la histerectomía. Hoy lucho y trabajo  en el proceso de apoderarme de esta condición. Vivo mejor, a pesar de ella, y sigo encontrando propósitos en cada prueba que me da la vida. 

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