Parte 2: Un milagro, Infertilidad secundaria. Lo que aprendes en la espera.
- Glamaris Pérez y Wilfredo Rodríguez
- Aug 16, 2018
- 5 min read
Updated: Oct 19, 2020

Luego de esa pérdida tan dolorosa, decidí concentrarme en mí y olvidar el tema de los bebés. Aunque me sentía triste, mi luto estaba presente. Mientras vives la infertilidad y la pérdida, todo tu mundo cambia, se torna más sensible a temas como: El aborto, el maltrato y el abandono. Era lo más frustrante para mí, escuchar noticias de este tipo, porque me hacía pensar que teníamos tanto amor para dar y no podía tener hijos. Cuestioné a Dios tantas veces y pedí perdón muchas otras.
Continué con mi dieta porque me sentía mejor de salud. Esto provocó que mis menstruaciones comenzaran a venir mensualmente, no tenían un tiempo exacto, pero llegaban siempre. Ya había bajado casi 50 libras. En medio de ese tumulto de sentimientos y emociones, perdí a mi papá en febrero. Sentía que no me levantaba de una cuando recibía el próximo golpe. Viajé a los EU, para sus actos fúnebres. A mi regreso me esperaba un evento importante en la iglesia. Mientras estaba envuelta entre el luto y las actividades de la iglesia, llegó marzo.
Ese mes la menstruación no llegó, así que pensé: “volví a lo habitual de mi condición”. Al principio lo ignoré, pero cuando llevaba 49 días, decidí ir al médico. Siempre que iba al médico, para revisarme, me realizaban una prueba de embarazo antes, así que, me adelanté y me hice una prueba casera. Me realicé la prueba, antes de ir a trabajar. Seguí con mi rutina mañanera en lo que salía el resultado. En este punto, me había hecho tantas pruebas que había perdido la cuenta. De pronto me salieron dos rayitas. Fue un shock, ¡no podía creerlo! Comencé a pensar que no tenía síntomas, por lo que estaba dudosa.
No podía contenerme estaba sorprendida, nerviosa, porque pensaba que podía ser un falso positivo. Sentía que flotaba, no podía estar tranquila, fui al laboratorio a las 9:00 am, me indicaron que a las 11:30 am podía recoger los resultados. Fueron las 2 horas más largas de mi vida. Cuando esperas y no sabes si el sueño de tu corazón está dentro de ti, o no, es una de las experiencias más desesperantes. Salí a almorzar, recogí los resultados, pero no los abrí, me senté en el carro y dije: “Señor no me quiero desilusionar pero que se haga tu voluntad”. Son tantas las veces que te ilusionas, que te haces pruebas caseras y siempre terminas con un negativo. No quería que esta fuera otra más, no sabía si lo podría soportar. Cuando lo abrí y lo leí que decía ¡POSITIVO! La emoción era tanta que no sabía a quién llamar. Llamé a mi esposo y me salió la grabadora, si no lo contaba sentía que iba a reventar de la alegria. Saqué una foto al papel y se la envié. Cuando Wil la vio, me cuenta, que se tuvo que sentar porque no sabía cómo procesarlo, sentía q era increíble que había terminado la espera. Luego llamé a mi mamá. Ella no lo podía creer, era como un sueño todo lo que estaba pasando.
Escogimos su nombre casi a los 6 meses de embarazo, porque no se dejaba ver en los sonogramas. Yo quería ponerle un nombre parecido a la profecía que habíamos recibido. Sabemos que el nombre que escoges para tu hijo es una marca en su destino. No encontramos un nombre exacto pero el que más se acercó fue Kemuel, que significa levantado por Dios y Yahir que significa el que iluminará. Nuestro hijo nació el mes que cumplíamos 18 años de casados. La espera sí había terminado y Dios nos dio ese hijo que derribó muros de incredulidad porque cuando la ciencia dice “no se puede” Dios dice “yo lo puedo hacer todo”
Debido a mi condición el médico me recomendó buscar otro embarazo, cuando Kemuel tuviera 6 meses. Así lo hicimos. Cuando mi hijo tenía 2 años y medio volví a atrasarme en la menstruación. Ya tenía la experiencia de los dos embarazos anteriores. Me hice la prueba y arrojó positivo. ¡Estábamos felices! Mi hijo iba a ser un hermano mayor. ¡Cuánta ilusión! En mis primeras citas no había latido, así que me dieron otra cita para dar oportunidad de desarrollo. Ya tenía 8 semanas, estaba el saco, pero no había nada adentro. Llegó el momento en que a división celular no se completó. Me dieron varias citas a ver, si había cambios. Estuvimos orando por un milagro hasta la semana 12. La noche antes del raspe mi esposo oró conmigo, de pronto se detuvo en la oración y comenzó a llorar y a sollozar, era como un dolor profundo que salía desde del corazón de un padre que perdía a su bebé. Wilfredo me dijo: “Ma, yo sé que Dios está en el proceso, pero ¡me duele!” Es como si me arrancaran algo. Sintió conmigo lo que sentía yo cuando te arrancan algo de adentro, no solo física sino emocionalmente también. Aunque ya habíamos enfrentado la pérdida esta vez fue diferente, fue más dolorosa para ambos.
Cinco años y medio más tarde, sigo en la espera de otro milagro. Esta vez con otras situaciones. Lidiamos con otros comentarios: “Mira tu edad”, “ya tienes uno”, “es suficiente”, “las cosas están malas”, “¿estas locas?” “Ya sabes lo que es ser madre”. ¿Cómo manejas el bombardeo externo versus el deseo del corazón? Mi hijo ora todos los días por un hermanito y me pide que ore. Me dice: “Dios te puede dar una niña y un niño al mismo tiempo”. Anhelamos otro bebé. “No quiero que la fe de mi hijo se afecte porque pide, y espera que Dios lo escuche”. Estamos felices y agradecidos de Dios por nuestro regalo y si no nos diera otro hijo lo aceptamos, pero anhelo que el deseo de mi hijo sea cumplido.
¿Qué hacer mientras esperas?
Glamaris: He aprendido que, mientras esperas debes actuar, no permitas que la situación te estanque, que te paralice. Busca la manera de continuar sirviendo y adorando. (Salmo 146:1-2, Salmo 32:8)
Cuando lleguen pensamientos negativos, reclama sus promesas, su Palabra. (Salmo 91:15)
Siempre habrá personas que te hacen comentarios y preguntas. Tuve que trabajar conmigo para que mi actitud reflejara paz. Conciencia a las personas para que te hablen con respeto y amor. (Isaías 26:3)
Esto no lo puedes llevar solo. Un buen amigo o amiga, consejero centrado que te escuche. Si guardas todo, la carga se vuelve angustiosa y la mente te va a dominar.
Cuando tengas que llorar llora, porque el proceso del llanto te trae alivio y liberación. Te secas las lágrimas y continuas el camino.
Dios siempre cumple sus promesas.
Wilfredo: La comunicación es clave. Estar al tanto de todo de ella, qué le está sucediendo al cuerpo y la mente de mi esposa, yo también soy ayuda idónea, si no se nos pasan muchas oportunidades de ser: apoyo, escucharlas, poderlas confrontar. Ellas se sienten felices cuando más allá de las palabras, escuchamos su corazón. Eso se ha perdido, los detalles. Dedícate a amarla.
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