Infertilidad/esterilidad: Carta a mi hija en su infertilidad
- Rosa Fernández Ramos
- Aug 31, 2018
- 3 min read
Updated: Oct 19, 2020

Querida hija:
Cuando supe que estaba embarazada de ti era muy joven, inmediatamente Dios me habló y me dijo que serías una niña y te dio un nombre. En ese momento sentí la convicción, la responsabilidad de cargar, en mi vientre, una bebé con propósito. Siempre fuiste una niña saludable, inteligente, muy segura y soñadora. Al verte crecer y desarrollarte tenía grandes ilusiones para ti. Deseaba que pudieras alcanzar tus sueños, que te enamoraras, pero sobre todo que fueras feliz. Te imaginaba una adulta, profesional, con esposo e hijos: mis nietos. En ti se cumplieron todas mis expectativas como madre y aun superaste muchas de ellas.
Llegó el día en que mis sueños para ti se comenzaron a cumplir, creciste, te enamoraste, te casaste. Sin embargo, pasaban los años y no quedabas embarazada. Cuando decidiste ir al médico y te dio la noticia de que tenías tus hormonas descontroladas y que eso te impedía quedar embarazada, ahí comenzó todo. Iniciaste un tratamiento que no funcionaba. Cada vez te veía más triste. Me hice tantas preguntas, ¿por qué tú? ¿Por qué estabas pasando por esto? Recuerdo que te vi llorar tantas veces y las mismas veces lloré yo por la impotencia de no poder hacer nada para aliviar tu dolor, tu desesperación. Te vi llorar cuando personas cercanas quedaban embarazadas, cuando cargabas él bebé de otra persona, con tu deseo de ser madre a flor de piel. Todos los días le pedía a Dios que te diera fortaleza en este proceso que estabas viviendo. Trataba de darte palabras de ánimo, pero yo también estaba devastada; ambas lo estábamos. Me entristecía ver cómo tu fe se tambaleaba más que nunca y yo solo podía seguir orando. A veces escuchaba tu frustración y rebeldía y trataba de aconsejarte, pero no siempre sabes qué decir cuando ves a tu única hija con tanto dolor. El día más difícil fue cuando me dijiste que podrías tener un tumor en la pituitaria. Ahí mi mundo se volteó al revés, ya no solo se trataba de de infertilidad, era tu vida, tu futuro. Tengo que confesar que no fue fácil para mi aceptar tu diagnóstico y aunque tengo otros nietos que amo con todo mi corazón; siempre recuerdo que sigues en espera de ser madre. Hemos caminado este valle de lágrimas juntas y solo he hecho lo que puedo hacer, orar sin descanso por ti.
Un día comencé a ver cambios en ti. Hablabas diferente, pensabas diferente; algo dentro de ti había cambiado. Tu semblante era más vivo. Comenzaste a levantarte de la tristeza, ya no llorabas con tanta frecuencia al ver bebés o al ir a "baby showers”. Comenzaste a hablarme de la voluntad de Dios para ti. Continuaste tus estudios, te convertiste en una profesional. Solo puedo decir que irradiabas otra luz, otro ánimo. Aun con diagnósticos nuevos, que te alejan cada vez más de ese sueño de ser madre. Puedo decir que desde mi punto de vista, vi que comenzó a crecer algo en ti. Ahí comencé a ver la contestación a las miles de oraciones que hice por ti. ¡Has superado tantos obstáculos! Te veo otra mujer, segura y completa. La niña que yo tomaba de la mano para guiarla ahora es una mujer que ha decidido guiar a otros a encontrar a Dios en medio de lo mismo que viviste durante tantos años. Ha sido un camino arduo y difícil y se que solo Dios te ha ayudado a superar todo lo que has vivido. Me siento muy agradecida de Dios por haberte dado tanta paz en este proceso de esterilidad.
Luego de 18 años acompañándote en tu travesía, hoy tengo que decir que Dios ha sido fiel y es un Dios que nos sorprende y cumple sus promesas para nuestros hijos SIEMPRE. Quizás no como lo soñamos o planificamos, pero conforme a SU perfecta voluntad. Aunque te confieso que no me he dado por vencida sigo orando, sigo esperando un milagro.
Te ama con todo su corazón,
Tu mamá
PD: A todo padre/madre que tienen hijos que están atravesando infertilidad, esterilidad o pérdida, les puedo aconsejar que no pierdan la fe, que apoyen a sus hijos, aunque nosotros suframos con ellos. Dios es perfecto y si ese sueño sigue sin ser realidad hay muchas otras cosas por las cuales podemos luchar y vivir. En estas situaciones somos los más cercanos, los que podemos impartir fe, orar por nuestros hijos y pedir mucha dirección a Dios para decir las palabras adecuadas y que sean de restauración.
Comments