Esterilidad/Pérdida: Mi historia con la endometriosis
- Karen de Jesús
- Mar 7, 2019
- 5 min read
Updated: Oct 18, 2020

Por muchos años mis periodos menstruales eran dolorosos. Recuerdo haber consultado mi preocupación con mi ginecóloga, quien me realizó algunas pruebas. A simple vista, todo apuntaba a estar en orden. Pensamos que es normal que algunas tengamos unos síntomas más fuertes que otras, sobre todo si no hay una explicación para los dolores. Sin embargo, el dolor me atacaba incluso cuando no estaba en mi periodo.
Nunca olvidaré ese día, que aún con la intensidad del dolor me presenté en mi trabajo. En un momento mi dolor era tan fuerte que tuve que recostarme cabizbaja sobre mi escritorio. No tenía pastillas ni nada que me quitara el dolor que nadie entiende ni siquiera tú. Mi nuevo jefe me encontró en estas condiciones y sin sensibilidad alguna me dijo: "¿Si usted no se siente bien, por qué no se quedó en su casa? Aquí no se viene a dormir." Me sentí avergonzada porque mi dolor no tenía una explicación razonable para mi patrono. Me había realizado todo tipo de estudios, hasta una colonoscopía y todo salía normal. Me realizaron un MRI, en el que descubrieron un quiste. Esta vez la ginecóloga me refirió a un grupo de sonografistas especializados y con más experiencia para confirmar sus sospechas: endometriosis.
Cuando me diagnosticaron con endometriosis tenía 29 años. Algunos de los síntomas más fuertes era el dolor constante y punzante en la zona abdominal. Los síntomas van desde vómitos, indigestión, dolor abdominal hasta dolor de espalda baja y en el área pélvica. La menstruación es dolorosa y abundante, además sufres de náuseas, constipación, calambres, inflamación, y otros. En mi caso, ya en el momento del diagnóstico la endometriosis se había esparcido a otros órganos como el intestino delgado provocándome sangrado rectal.
La siguiente recomendación fue hacerme una laparoscopía. Donde te realizan dos (2) pequeñas incisiones en el área abdominal, uno para insertar el instrumento con el que removerían el tejido y otro para insertar la cámara a través de la cual podrían ver internamente. El procedimiento era bastante simple y de corta duración, poco invasivo, según me explicó la doctora. No fue hasta que pudieron ver a través de la cámara, que pudieron darse cuenta cuán disperso estaba y en qué grado. La endometriosis es parecida a una tela de araña que va creciendo y extendiéndose a través de los órganos reproductivos y más. Para mi sorpresa tenía un alto grado de tejido endometrial que estaba afectando incluso mi intestino delgado. Ya después de comenzado el procedimiento en el hospital, descubrieron que era demasiado tejido. La doctora decidió hacer una intervención mayor llamada Laparotomía. Este procedimiento quirúrgico es mucho más invasivo y envuelve una incisión en la pared abdominal parecida a una cesárea. Llevo esas tres (3) cicatrices conmigo para siempre.
Lo más difícil fue procesar en mi cabeza que mis posibilidades de convertirme en madre se habían reducido a nada. Durante el procedimiento fue necesario extirparme una trompa de Falopio, el ovario izquierdo y la mitad del ovario derecho. ¿Qué posibilidad tendría ahora de ser madre algún día? Emocionalmente, tuve que enfrentar mi proceso de entender que muy probablemente no podría tener hijos. Estaba en edad reproductiva, con un muy buen empleo, empezando una hermosa relación de pareja.
Y es en ese momento en que te conviertes en tu más dura crítica. Me sentía incompleta como mujer, porque sentía que sin entender bien la raíz de la condición, me había quedado seca por dentro. Fue un proceso de confrontación conmigo misma.
Al momento del diagnóstico, yo compartía una bonita relación con un hombre muy especial. Solo llevábamos meses de conocernos, pero teníamos una muy buena conexión y nos entendíamos muy bien. Pasó todo este proceso conmigo dándome su apoyo como amigo y pareja. Estuvo conmigo en medio de mi difícil recuperación, lo cual fue muy valioso pues nos unió mucho más.
Al cabo de unos meses, no pude contenerme más: necesitaba enfrentar el tema de mi condición y la esterilidad; porque aún no lo había resuelto en mi interior. Sin saber qué nos depararía el futuro, podíamos ver que teníamos una verdadera química como pareja. Él no tenía hijos y empecé a pensar en el futuro. Sentía que no quería limitar sus posibilidades de convertirse en padre. Entonces fue en ese momento que me di cuenta que necesitaba aceptar en primer lugar que mis posibilidades de convertirme en madre eran escasas. Fue una confrontación muy dura conmigo misma. Piensas en ti, pero también piensas en los que te rodean. Piensas en el deseo de tu madre de convertirse en abuela, piensas si tu pareja te aceptará con honestidad. Sentí dolor porque sentía que no tenía oportunidad de elegir.
Un día llegó una sorprendente noticia, descubrí que estaba embarazada. Creo que no hay palabras suficientes para describir ese momento, luego de todas las lágrimas y la frustración que se vive con este diagnóstico. Había quedado en un acuerdo claro con mi esposo que no viviría intentando embarazarme, porque quería aceptar mi realidad tal cual era y no quería vivir dejando mi alma y mi energía en algo que la naturaleza ya había decidido por mí. El embarazo solo duró 8 semanas. Dejaron de escucharse los latidos del corazón. Fue necesario intervenirme en sala de operaciones para realizarme un "raspe". Esta pérdida me afectó muchísimo, entre en una fuerte depresión. La pérdida de embarazo es una de las complicaciones causadas por la endometriosis.
Al cabo de aproximadamente un año volví a quedar embarazada. Esta vez, nuestra oportunidad de ser padres empezó a tomar mejor forma. Fue un embarazo muy difícil, porque tenía vómitos severos y recurrentes. Intenté métodos naturales con un naturópata y otras alternativas intentando controlar los síntomas, pero finalmente tuve que optar por medicamentos para controlarlo. Se llama "hiperémesis gravídica".
Otra de mis preocupaciones durante el embarazo era la posibilidad de tener un parto prematuro. Las mujeres embarazadas que tienen endometriosis tienen una mayor posibilidad de tener un parto prematuro, entiéndase de menos de 37 semanas. En mi caso, mi niño nació a las 35 semanas de embarazo.
Mi niño tenía 9 meses cuando descubro que estoy nuevamente embarazada. Otra vez los síntomas se apoderan de mí, vómitos severos y recurrentes. Fueron días y noches muy fuertes, sobre todo teniendo un bebé pequeño que te necesita 100%. Este embarazo solo duró 8 semanas y lo perdí naturalmente.
Cerca de un año después vuelvo a quedar embarazada. Este era mi cuarto embarazo, de los cuales había perdido dos (2). Me resultaba una sorprendente obra divina que me llenaba de alegría y a la vez temor. Todo este proceso me había desgastado física, mental y emocionalmente. Decidimos que lo más saludable para nuestra relación era operarme para asegurarme no quedar embarazada nuevamente.
Estoy sumamente agradecida con Dios por haberme dado esta oportunidad, aun cuando tuve que pasar este proceso que fue muy duro para nosotros como pareja. Mis niños son la luz de mis ojos, y ser madre ha sido una experiencia transformadora más allá de lo que jamás me pude haber imaginado.




























Comments